#3 Verano 2023

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COMIDA EMOCIONAL

Por: Tania González Penadés

El estrés y la ansiedad, actúan en nuestro organismo de una forma negativa y nos producen sentimientos que no nos gustan. A menudo apagamos rápidamente esta ansiedad, insatisfacción o estrés, con alimentos, ya que es una forma rápida y satisfactoria de calmarnos.

El detonante de esa situación podría ser:

  • Tengo mucho dolor
  • Hay una enfermedad que no había planeado y tengo que adaptarme al nuevo cambio de vida
  • Quiero hacer lo que hacía antes
  • Nadie me entiende
  • Quiero llegar a todo, pero no puedo
  • Estoy harta de mi jefa o jefe
  • Me siento cansada
  • Hago dietas restrictivas y tengo hambre

Toda esto hace que en nuestro cerebro se active un eje que se llama Eje HPA (hipotálamo-pituitaria-adrenocortical). Con ello, hay un aumento de dos hormonas que se llaman CORTISONA E INSULINA. Estas hormonas mantenidas y aumentadas en el tiempo, provocan que:

  • Tengamos mayor apetito
  • Haya más ansiedad y apatía
  • Tengamos más ganas de comer alimentos grasos y con más azúcar
  • Aumentemos nuestros depósitos de grasa visceral (el de la zona abdominal, entre nuestros órganos)
  • No quemamos grasa como se debería

Cuando comemos impulsivamente sin paramos a pensar antes de actuar, lo que estamos haciendo es comer emocionalmente.

Localiza el origen de esa ansiedad y ese estrés que tienes y que te está provocando comer de forma compulsiva. No es normal tener hambre enseguida después de comer. No puede ser que quieras dulces, galletas, chocolate… siempre.

Conecta con tu estómago cuando te provoque todas estas ganas de comer compulsivamente.

Pregúntate, si estás conectada y presente con tu cuerpo. Escucha las señales que te está dando.

Además de identificar aquello que nos produce esta ansiedad y trabajarlo con ayuda (si es el caso), lo siguiente que habría que hacer es pensar si tenemos una alimentación equilibrada en general.

Nuestro menú de todo el día se basa en 50% de verduras y frutas, un 25% de arroz, pasta, pan, patata, boniato o cualquier cereal y el 25% de proteínas (huevos, legumbres, pescados y carnes magras).

Si no hay un equilibrio en la alimentación, y existen carencias nutricionales, es normal que se produzca ansiedad y el cerebro te pida comer dulce y cosas con grasa.

Piensa cuando vas a un sitio de comida rápida y pides una hamburguesa con patatas y refresco. En el momento, te sientes llena, plena, sin embargo, a tu cuerpo le seguirán faltando fibra, minerales, vitaminas y en seguida tendrás hambre otra vez, porque no has escogido una alimentación equilibrada y tu cuerpo te está pidiendo que le des esa gasolina adecuada para poder aguantar el duro día, y sentirnos con fuerzas.

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Empieza a dejar la comida emocional con estos consejos:

  • Identifica hambre real y hambre emocional.
  • Antes de picar, pregúntate si tienes hambre, si has comido bien, si tenemos un plato equilibrado o es que has tenido un mal día.
  • Si llegas con mucha hambre a la siguiente comida, haz un tentempié.
  • Establece unos horarios más o menos fijos.
  • Bebe agua, a veces confundimos el hambre con la sed.
  • Intenta no reaccionar la publicidad de la televisión, ya que a veces te estimula que quieras algo que no necesitas.

Los nutricionistas os podemos ayudar en este proceso, sin prisa, trabajando pequeños objetivos y adaptándolos según las necesidades.

Recuerda que: “No es una competición, es una carrera de fondo”.

Tania González Penadés es Dietista-Nutricionista nºCol CAT001452, diplomada en Nutrición Humana y Dietética, especializada en alimentación natural y energética.

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